‘Desde finales del año 2014 y durante todo el 2015 sufrí de depresión, consecuencia de una enfermedad crónica diagnosticada cuando tenía dos años de edad. En este trabajo fotográfico quise expresar en 7 fotos lo que sentía mientras la depresión ganaba terreno. Para realizar esta tarea, además de investigar a fotógrafos y artistas que ya habían mostrado la depresión desde su punto de vista, escribí en un cuaderno las etapas por las que yo pasé y seleccioné las que me parecieron más importantes: El insomnio fue la primera etapa, dormía una o dos diarias, si tenía suerte; la primera imagen plasma las horas que pasé agotada en mi cama, tratando de dormir sin poder lograrlo. Todavía es un problema con el que lidio cada noche.
Durante la segunda fase de la depresión no entendía lo que me pasaba, estaba desanimada, lloraba todo el tiempo, cualquier pensamiento que pasaba por mi cabeza me hacía llorar, la seguridad que tenía en mi misma se tambaleaba; esa es la segunda fotografía.
Paralelamente, luchaba contra el impulso de contarle a mis amigos o familia lo que me pasaba, quería evitar el estigma de tener una enfermedad mental; temía que me juzgaran o que me rechazaran. Así que no dije nada durante un tiempo, tenía la sensación de que no respiraba, sentía que estaba asfixiándome; la tercera fotografía relata la batalla que estaba luchando contra la mordaza que me había autoimpuesto.
Luego me di cuenta que estaba desapareciendo mi esencia, que todo aquello que me hacía ser quien era se estaba esfumando. Los pasatiempos, (que eran imprescindibles para mi antes de que la depresión empezara) como leer, tomar fotografías o escuchar música dejaron de atraerme y de importarme. Sentía apatía hacia todo. En la cuarta foto quise ilustrar como yo me estaba desvaneciendo.
A pesar de que busqué ayuda tanto en seres queridos como en profesionales, no noté mejoría alguna. Una sombra se había apoderado de mi ser y de mi cuerpo, seguía sintiendo que no respiraba con suficiente fuerza, que me ahogaba. Empecé a tener pensamientos suicidas, ya no batallaba contra la depresión, dejé que se apoderara de mi. Fue como si después de haber nadado durante horas contra las olas de un mar enfurecido me hubiera dejado arrastrar contra el fondo del agua. La quinta foto trata sobre mi pasividad ante la depresión, como dejé que esa cosa tomara posesión de mi; la tela negra en lugar de mi cara representa la depresión, no lucho contra ella.
Lo anterior sucedió en los años 2014 y 2015. A principio del 2016, perdí el apoyo de una persona que había tratado de sacarme de la depresión y hacerme sentir bien. Lo había exprimido. Perdí el control por completo, me autolesioné cortando la piel de mi antebrazo izquierdo con una pequeña navaja, hasta este día conservo dos cicatrices de ese momento. La sexta foto plasma la angustia que experimenté en esa situación, como todo se tambaleaba a mi alrededor y yo no podía hacer nada; las heridas que me había provocado eran mi grito silencioso de desesperación.
Por ultimo, quise fotografiar el desenlace; la paz que había deseado durante más de un año y medio, después de intentar con tres psiquiatras y por lo menos cuatro tratamientos distintos, por fin la había conseguido. Deseaba estampar en la fotografía la sensación de movimiento, de evolución, de que pasaba la página, por eso tomé fotos de mis pastillas mientras mi mamá las lanzaba desde una pequeña altura.’