Vivir en las calles de Cuba con sus padres, sin techo ni hogar, son imágenes a las cuales Edelqui no tiene acceso sino sólo a través de la voz y las historia de su madre. Un orfelinato fue, para sus padres, la mejor manera de darle un techo temporal a él y sus hermanos, gracias a la ayuda de una amiga de su madre que hizo pasar a los niños como huérfanos.
Para Edelqui, el internado de la infancia y la gimnasia fueron el camino que le llevó hasta el ballet, el cual se convirtió en la oportunidad para formarse profesionalmente como bailarín y como psicólogo, llegando a formar parte del Ballet Clásico de la Habana, donde consiguió el cargo de primer bailarín. Así a Edelqui se le abrieron las puertas hacia el mundo, las cuales para muchísimos de sus coterráneos siguen estando cerradas.
Sus continuos y numerosos viajes a Europa, Australia y América, le trajeron hasta Venezuela, donde actualmente comparte sus conocimientos y experiencia con sus estudiantes del Ballet del Teresa Carreño y la academia Tempo. Venezuela es para Edelqui, no solamente el lugar donde conoció a su esposa Celeste, sino el lugar donde, en sus propias palabras, “logré tener mi primer techo y hogar estable.”
Héctor Farías.
Resultado del taller de Documentalismo con Gabriel Méndez.
