La estudiante del D2 en RMTF, Tatiana Ferro, ilustra a través de fotografías los casos de tortura en Venezuela denunciados por Tamara Sujo, Directora Ejecutiva del Instituto CASLA.*
Bajo la dirección del Subdirector Académico Mauricio López.
*(Center for Studies and Analysis for Latin America)
Los colocan en posiciones inhumanas por largos periodos de tiempo, amarrados, en aislamiento y disparan a quemarropa con perdigones.
Mileidy González, auxiliar de enfermería, detenida por la PNB.
“En la comandancia policial me ataron por las muñecas, me colgaron y así comenzaron a golpearme una y otra vez. Amenazaron con violarme y sembrarme droga si denunciaba, me destrozaron”.
Mireya Vivas, periodista, detenida por la GNB.
“Me metieron en un cuarto que olía a orine, me tiraron una bomba lacrimógena y me cerraron la puerta. Abren la puerta y me sacaron por lo pelos arrastrada y me dejaron en el piso, cada vez que pasaban repetían esto una y otra vez, hasta quitarme parte de mi cuero cabelludo”.
Los hermanos Sánchez, estudiantes de Ciencias Políticas en la UCV.
Fueron colgados de un brazo por 48 horas, rociados con gasolina y asfixiados con trapos en la cabeza para obligarlos a acusar a diputados.
Joven de 19 años, detenido junto a nueve personas en el estado Aragua, por miembros de la PNB.
“Eventualmente me pateaban las piernas, me golpeaban con los cascos en la cabeza y después agarraban el polvo de las bombas lacrimógenas, se lo colocaban en la mano y me lo estrujaban en toda la cara; me lo metían en la boca y luego me lanzaban un vaso de agua fría en la cabeza para que todo eso me picara, me dejaban descansar por un ratico y luego me volvían a meter en el cuarto con la bomba lacrimógena, me volvían a sacar”.
Relatos de tortura del SEBIN.
Les colocan una bolsa con la que cubren la cabeza y antes de cerrársela hasta el punto de casi asfixia, le rocían insecticida adentro.
Golpes en la cabeza y las costillas.
En los últimos tres meses el Instituto CASLA ha recibido denuncias de golpes a las víctimas en zonas vulnerables como el cráneo, las costillas y la zona lumbar. Se emplean para ello objetos contundentes, como las culatas de las armas de fuego, lo que ha causado importantes heridas.
Orlando Moreno, de 26 años, resistió intensas sesiones de tortura y humillación en una cárcel del estado de Monagas
“Me ponen los brazos hacia atrás y me cuelgan, solo puedo tocar el piso con la punta de los pies. Llegan otros militares y me piden que grabe el video. Me niego. Me golpean en las costillas y en la cabeza. Me ahogan con agua. Todo el que pasa por ahí me golpea”.
Relatos de tortura del CICPC.
Les cubren el cuerpo con goma espuma, mantas o “colchonetas delgadas”, todo ello para no dejar señales superficiales en el cuerpo que puedan ser apreciadas a simple vista. Luego aplican severos golpes. Se golpea todo el cuerpo con golpes, patadas, duras agresiones físicas corporales, acompañadas por insultos de toda naturaleza.
Gaetano Costa, politólogo, detenido por la GNB.
“Allí nos lanzaron dos bombas lacrimógenas. Parecía una cámara de gas nazi. Los militares decían que íbamos presos por guarimberos”.
Luis, oficinista, detenido por la GNB.
“Entre puñetazos, jalones de pelo y pisotones, un uniformado me prensó con una tenaza la piel de las tetillas, abdomen y los brazos, mientras me llamaban “terrorista”. Con un martillo me golpearon las rodillas y los codos”.
Gabriel Valles, Lorent Saleh y Juan Miguel de Sousa estuvieron 8 meses sin ver la luz solar, sin respirar aire puro. Encerrados en una jaula de 2 metros por 1 metro. Solo salían para ir al baño, y tenían el aire acondicionado a 8° centígrados. Los músculos los tenían contraídos y casi no podían moverse, la piel se les agrietó y sangraban.